El que ríe el último no entendió el chiste.
Era un hombre tan pequeño tan pequeño que siempre iba a la frontera para que le dijeran ¡ALTO!
¿A donde estoy llamando? A la zapatería Martita. Perdón me equivoque de número. No importa se lo cambiamos.
Mamá mamá en el colegio me dicen que tengo los ojos de papá. Pues cállate y devuélveselos.
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